
El científico mexicano acusado de espiar para Vladimir Putin se declarará culpable en EEUU

Héctor Alejandro Cabrera Fuentes fue durante años la viva imagen de un mexicano sobresaliente. Una carrera internacional en ascenso. Reconocimientos. Una buena vida. Exitosa, vista desde fuera, tal vez.
Este hombre, de origen oaxaqueño, había decido llevar sus investigaciones a Alemania, Rusia y Singapur hasta que fuera abordado por el gobierno ruso y empezara a trabajar de espía.
Nació en México en 1985. Fue captado por un funcionario de Vladimir Putin en 2019 bajo la encomienda de localizar el automóvil de un miembro del gobierno de Estados Unidos, particularmente del Buró Federal de Investigaciones (FBI). Cabrera tuvo que construir una vida discreta, de una persona promedio.
Estuvo casi un año como espía ilegal, lo que en el lenguaje de la justicia implica especialidad y traición. En febrero de 2020, un año después de haber sido reclutado por los rusos, el científico fue arrestado en Miami tras ser atrapado proporcionando datos y fotografías de un agente del FBI.
Cabrera admitió ante las autoridades estadounidenses que Rusia lo había presionado para que se convirtiera en informante a cambio de sacar de aquel país a sus dos hijas que tuvo con una mujer rusa. Un aire como de Guerra Fría sopló entonces la historia del científico oaxaqueño que quería lo mejor para su pueblo.
Dos años después de haber sido encarcelado, Cabrera al fin ha llegado a un acuerdo con las autoridades de EEUU, y se declarará culpable ante una corte de Miami, Florida.
La declaración está programada para el próximo 15 de febrero, en un evento a puerta cerrada en el edificio James Lawrence King, 99 NE calle 4.
La acusación ha sorprendido incluso a los científicos, un gremio acostumbrado a persecuciones políticas.
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