Lo que ha perdido David Broncano con la nueva versión de ‘La Resistencia’
La Resistencia llegó a Movistar Plus con un propuesta creativa contundente. Para diferenciarse de su hermano mayor Late Motiv de Andreu Buenafuente se optó por un contra-late-night que jugaba a mostrar otro fama más joven, más gamberra y más escondida en las redes sociales. Ni siquiera hacía falta que su presentador, David Broncano, se hubiera estudiado la trayectoria del entrevistado. Esa es parte de la gracia.
De hecho, el programa comenzó sin presentar a sus “colaboradores”, un término vacío y del que se abusa en televisión como comodín que vale para todo. Ya en su estreno La Resistencia definió un elenco de personajes complementarios entre sí que arropaban y hacían más grande a Broncano. Y ahí siguen. Jorge Ponce, Castella y Grison. Cada uno con una personalidad y un ingenioso contrapunto que define el tono imprevisible del espectáculo.
Y con un golpe de efecto de Grison ha vuelto el formato estrella de Movistar Plus. La Resistencia ha sabido aprovechar su cambio de look para crear un clímax de expectación en el arranque de etapa y, a la vez, así, permitir que su personaje crezca. Se ha cortado su característico pelo, ha renacido Grison. Y casi han desvelado su nueva imagen como si fuera el olvidado Cámbiame Premium de Telecinco. Y es que los personajes deben evolucionar constantemente en televisión. Porque el espectador también evoluciona. También, en este sentido, el propio David Broncano deberá avanzar hacia algún lugar.
De momento, el camino del crecimiento le ha llevado a un nuevo teatro. Han dejado el subsuelo del Arlequín de la Gran Vía para saltar al Teatro Príncipe, más cerca del edificio de Telefónica que protagoniza más que nunca la cabecera del show. Detalle que no es causal con el objetivo de recordar que este programa es un emblema de Movistar.
A priori, la ventaja de este nuevo espacio es que es bastante más amplio. Pero para que la ruptura no sea muy fuerte y desubique al fiel espectador se ha apostado por un decorado que remite en líneas, colores y cutrez al sótano de siempre. Eso sí, Grison y Castella no están tan apelotonados como antes y el fondo escénico es más luminoso, con un juego de luz que remite más al plató tradicional que a la intimidad del teatro.
En el fondo, con la mudanza, La Resistencia ha perdido cierta personalidad. Al programa le venía genial estar en un espacio pequeño. Así, había conseguido una identidad visual muy potente de identificable reunión de amigos que podrían estar en el garaje de debajo de tu casa y que se atreven a ironizar sin temor a lo políticamente correcto. Esto último lo siguen haciendo. Aunque las risas se oigan menos, como es el caso. Porque el público se siente más lejos. Porque todo es más grande, más televisión con pretensión y menos televisión artesanal. Como (casi) todo, nos terminaremos acostumbrando al nuevo set. Somos más olvidadizos de lo que creemos. Pero que la nueva amplitud no se convierta en frialdad.