NFTs: Cuando recuerdos infantiles cotizan en coleccionismo digital

Antes eran pegatinas y hoy se convirtieron en productos digitales:  con los denominados NFTs (‘Non Fungible Tokens’, tokens no fungibles), los fanáticos del fútbol pueden coleccionar en todo el mundo a sus estrellas, así como negociar y jugar con estas tarjetas digitales.

Este mercado crece… y las críticas también. Lejos quedó la época del emocionante momento de apertura de los paquetes, de pegar los cromos e intercambiarlos con amigos.

Ya de niño, a Christian Feule le gustaba coleccionar cromos de futbolistas. «Nunca tuve un álbum Panini completo», rememora el hombre de actualmente 36 años. «Mis padres nunca contaban con suficiente dinero para eso».

Su sueño por entonces: «Cuando tenga mucho dinero, me compraré la caja completa». Entretanto, Feule creció y cambió el patio de la escuela por Internet, donde compra y vende los denominados NFTs, los sucesores digitales de los cromos.

Los NFTs experimentan actualmente un boom. Se encuentran asegurados con una especie de certificado de autenticidad, a través del cual el original siempre es reconocible. Traducido al mundo analógico, esto significa que cualquiera puede poseer una reproducción de Picasso, pero solamente una persona tiene el original.

La empresa berlinesa Fanzone sabe sacar provecho de este potencial. En la plataforma, los usuarios pueden coleccionar, comprar y vender tarjetas de deportistas.

Pero el gerente Dirk Weyel ve aún más ventajas. «No solamente se trata de comprar, coleccionar e intercambiar, sino también de negociar y poder ganar dinero con eso y la posibilidad de utilizar los elementos de gaming«.

Nicolas Julia cree que no solamente poseer las tarjetas digitales de los deportistas, sino también poder jugar con ellas, es una gran ventaja de los NFTs.

Julia es cofundador de Sorare, una empresa francesa que también participa en este mercado. En Sorare, los NFTs pueden ser empleados, entre otros, en un juego de fútbol fantasía integrado. «La segunda mayor diferencia es que es más sencillo comerciar con ellos. No hay que meterlos en un sobre y enviarlos por correo», explica.

Las tarjetas digitales de Sorare y Fanzone se dividen en diversas categorías según su escasez. Cuanto más difícil sea conseguir un cromo, más valioso será.

Los usuarios pueden comprar paquetes enteros y dejarse sorprender por su contenido, o bien adquirir tarjetas individuales. Luego se las negocia en la plataforma o bien se juega en una especie de fútbol fantasía. 

Pero, más allá de la diversión de jugar, Feule se encontraba a comienzos de año en la búsqueda de una posibilidad de inversión, y los cromos digitales NFTs bien pueden ser una opción en este sentido.

Por ejemplo, en Fanzone se vendió un NFT del alemán Kai Havertz por 100 euros (112 dólares) tras un juego de la Eurocopa, y actualmente cotiza 11 veces más. Y es frecuente que las tarjetas digitales se vendan en las plataformas por cifras de tres dígitos.

El negocio parece ser rentable para las empresas. Julia indica que el volumen de facturación de Sorare es de más de 150 millones de euros. Y, en octubre pasado, la Liga de Fútbol Alemana (DFL) anunció su cooperación con la compañía, por lo que los usuarios ahora pueden incorporar a su colección a jugadores como Erling Haaland o Emil Forsberg.

Sin embargo, estos productos digitales, y sobre todo su valor, dependen de la vida analógica: si un jugador está lesionado o el equipo alemán queda rápidamente eliminado de un torneo, los NFTs pueden perder rápidamente su valor. 

«Por supuesto, el aficionado y la voluntad de acompañar están efectivamente relacionados con el evento real», dice Weyel. Los críticos temen que se esté formando una nueva burbuja.

Por su parte, los defensores del medio ambiente critican la elevada demanda de energía por el comercio de NFTs. Weyel aclara que, desde el comienzo, la sostenibilidad fue un tema importante para Fanzone, y que por cada usuario registrado se planta un árbol. «Al mismo tiempo trabajamos con un blockchain energéticamente muy eficiente», detalla.

Sorare aún debe lidiar actualmente con otros problemas: en octubre la comisión de juegos de azar británica anunció una revisión de la startup. Según se indicó, se investiga si la empresa necesita una licencia para operar y si los servicios ofrecidos no son juegos de azar.

Sin embargo, pese a las críticas, el negocio de las tarjetas digitales está en auge. No obstante, Julia no cree que los NFTs reemplacen en algún momento a las tarjetas analógicas.

«Para algunos aficionados es muy importante poder poseer algo físico. Además, el público meta es más joven», afirma. «Creo que van a seguir coexistiendo. Mi convicción es que, debido a su valor útil, los NFTs son mucho mejores».

Para Feule, quien junto a su trabajo en un concesionario de coches tiene un canal de YouTube sobre NFTs, estos cromos digitales no son solamente una inversión o entretenimiento, sino que también implican un poco de nostalgia.

«Cuando se abre un paquete y allí está la tarjeta difícil, entonces uno simplemente se alegra», dice. «Los niños que por entonces coleccionaban vuelven a ser coleccionistas», asegura. 

dpa