
Rügen, la mayor isla alemana, muestra otra cara en invierno

Los majestuosos árboles de haya perdieron hace tiempo sus hojas y las ramas peladas se extienden a lo largo de la escarpada costa del noreste de Rügen, la mayor isla de Alemania situada en el mar Báltico.
Algunos árboles crecen tan cerca de los acantilados que existe el temor de que un próximo temporal pueda poner en peligro su estabilidad. Abajo, en la playa cubierta de roca caliza, yace uno que otro ejemplar que se debe haber caído durante una tormenta invernal.
Cada año acuden a Rügen, en el estado federado de Mecklemburgo-Pomerania, alrededor de un millón de turistas. Pero las playas, en las que en los meses de verano se solazan a diario cientos de personas y coleccionistas de fósiles, están completamente desiertan en algunos días de invierno.
Al igual que en el resto de la isla, durante el letargo invernal también el Parque Nacional de Jasmund muestra otra cara. Los que creen conocer Rügen a fondo por pasar aquí sus vacaciones de verano deberían volver cuando arrasa el frío para descubrir otras facetas de la isla.
Visitas guiadas al Parque Nacional Jasmund
Karsten Klaene es guardabosque del Parque Nacional Jasmund. Durante los meses de otoño e invierno en Alemania ofrece visitas guiadas en esta reserva natural que alberga un hayedo de 500 hectáreas, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011.
Klaene conoce el parque nacional más pequeño de Alemania, con una superficie de aproximadamente 3.000 hectáreas, como la palma de su mano y prevé cuatro horas para el recorrido de ocho kilómetros desde el extremo sur del parque nacional hasta el Königsstuhl, los famosos acantilados de roca cretácica.
En invierno, lleva un termo con té caliente en su mochila. Acostumbrado al silencio, percibe de inmediato cualquier sonido que proviene del bosque, como ahora, el graznido de un cuervo encapuchado.
El cielo es del mismo tono de gris que el mar Báltico, que se puede ver una y otra vez mientras se camina por el sendero de la orilla alta.
«Lo especial de nuestro parque nacional es la combinación de bosque, agua y acantilados de roca cretácica», señala Klaene.
Según explica, los hayedos están presentes en Rügen al menos desde la Edad Media y los ejemplares más antiguos tienen hoy entre 300 y 400 años. El bosque llega prácticamente hasta los acantilados.
Durante el recorrido, Klaene se detiene en el Kieler Bach, un arroyo que se desliza delicadamente por un valle, o baja una escalera hacia la playa para mostrar una cascada. Otra de las atracciones es el Wissower Klinken, donde en 2005 dos grandes rocas del acantilado se hundieron en el mar. La costa de roca caliza está siempre en transformación. «Aquí nada permanece constante», afirma el guardabosques.
El puente colgante del Königsstuhl
La mejor vista de la formación rocosa Königsstuhl, que se alza a 118 metros de altura sobre el nivel del mar, se obtiene en invierno desde la plataforma de observación Victoria. Puede ser que su brillo no sea tan blanco como bajo el sol del verano, pero se destaca claramente sobre el gris del entorno.
El mirador del Königsstuhl será sustituido en 2022 por un puente colgante circular de 185 metros de longitud, desde donde se podrá disfrutar desde diferentes perspectivas una imponente vista del mar Báltico y del exuberante bosque de hayas.
La apertura del puente colgante está prevista como muy pronto para el próximo verano europeo, mientras que la antigua plataforma cerrará mucho antes.
Una parada en el puerto de Sassnitz
Muchos visitantes pasan de largo por la ciudad de Sassnitz en camino al parque nacional. Pero una parada en el puerto del antiguo pueblo de pescadores vale la pena, incluso en invierno.
Sassnitz no tiene playa, pero cuenta con un muelle de 1,4 kilómetros de largo, un puerto para navegantes deportivos, un submarino que se puede visitar, un pequeño museo portuario y el mostrador de bocadillos de pescado más largo de Rügen.
Desde aquí parten barcos de excursión para visitar los acantilados de roca caliza, aunque en invierno el programa es mucho más limitado. En 2010 hasta se debieron cancelar completamente las salidas por el congelamiento parcial del mar Báltico.
Binz también descansa en invierno
En los últimos años, Binz se convirtió en el mayor centro turístico de la isla de Rügen. Cuenta con una playa de arena de un kilómetro de largo y la arquitectura de los balnearios es anterior a la Primera Guerra Mundial.
Klaus Boy realiza visitas guiadas por el pueblo desde hace tres décadas. Durante la salida, el guía de 72 años cuenta sobre la historia del lugar desde el primer asentamiento eslavo en el siglo VII. El paseo marítimo incluye las magníficas viviendas de color blanco que datan de la época del auge de Binz y que en muchos casos fueron renovadas con mucho lujo para hoteles y pisos de vacaciones.
Mientras que en verano a menudo es difícil encontrar una franja libre de toallas en la playa, la temporada de invierno es bastante más tranquila. Sin embargo, nunca falta algún visitante con bufanda y gorro paseando en torno al muelle, al gran hotel «Kurhaus» o comiendo en alguno de los restaurantes con vista al mar.
«Los huéspedes que vienen en invierno son diferentes. Por lo general buscan más equilibrio y relajación y se interesan por la naturaleza», señala el director de Turismo de Binz, Kai Gardeja.
«La época más tranquila es desde enero hasta las vacaciones de invierno en febrero. Después, la ciudad vuelve a recobrar fuerza, pero muy suavemente», agrega.
Cuando oscurece, a partir de las cuatro y media de la tarde, se vuelve todo incluso un poco más tranquilo. En la calle principal de Binz las tiendas aún siguen abiertas y los restaurantes reciben a los primeros comensales de la noche. Pero ya no se ve a casi nadie deambulando por la playa. Incluso las gaviotas retornaron hace rato a sus nidos.
dpa