
Sin tolerancia, no hay respeto
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En una sociedad en la que las cuestiones sociopolíticas, culturales y económicas van cambiando y evolucionando para mal o para bien, se vive un desafío muy grande en la mente y en el crecimiento interior de las personas. Esto conlleva ejercitar, tanto en teoría como en la práctica, las dos palabras claves: tolerancia y respeto.
Tolerancia se refiere a la acción y efecto de tolerar. Como tal, la tolerancia se basa en el respeto hacia lo otro o lo que es diferente de lo propio, y puede manifestarse como un acto de indulgencia ante algo que no se quiere o no se puede impedir, o como el hecho de soportar o aguantar a alguien o algo.
La palabra proviene del latín tolerantĭa, que significa ‘cualidad de quien puede aguantar, soportar’. La tolerancia es un valor moral que implica el respeto íntegro hacia el otro, hacia sus ideas, prácticas o creencias, independientemente de que choquen o sean diferentes de las nuestras.
En este sentido, la tolerancia es también el reconocimiento de las diferencias inherentes a la naturaleza humana, a la diversidad de las culturas, las religiones o las maneras de ser o de actuar. Por ello, la tolerancia es una actitud fundamental para la vida en sociedad. Una persona tolerante puede aceptar opiniones o comportamientos diferentes a los establecidos por su entorno social o por sus principios morales. Este tipo de tolerancia se llama tolerancia social.
Por su parte, la tolerancia hacia quienes profesan de manera pública creencias o religiones distintas a la nuestra, o a la establecida oficialmente, se conoce como tolerancia de culto, y está estipulada como tal por la ley. Hoy, en una década en la que la diversidad de género cumple un rol muy importante, es de gran necesidad el sobresaltar estos dos símbolos de respeto y tolerancia.
Y seguimos entonces… ¿Qué es el respeto? Es un valor y una cualidad positiva que se refiere a la acción de respetar; es equivalente a tener veneración, aprecio y reconocimiento por una persona o cosa.
La palabra proviene del latín respectus, que traduce ‘atención’, ‘consideración’, y originalmente significaba ‘mirar de nuevo’, de allí que algo que merezca una segunda mirada sea algo digno de respeto. El respeto es uno de los valores morales más importantes del ser humano, pues es fundamental para lograr una armoniosa interacción social. El respeto debe ser mutuo y nacer de un sentimiento de reciprocidad.
Una de las premisas más importantes sobre el respeto es que para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades.
El respeto también debe aprenderse. Respetar no significa estar de acuerdo en todos los ámbitos con otra persona, sino que se trata de no discriminar ni ofender a esa persona por su forma de vida y sus decisiones, siempre y cuando dichas decisiones no causen ningún daño, ni afecten o irrespeten a los demás.
Respetar es también ser tolerante con quien no piensa igual, con quien no comparte tus mismos gustos o intereses, con quien es diferente o ha decidido diferenciarse. El respeto a la diversidad de ideas, opiniones y maneras de ser es un valor supremo en las sociedades modernas que aspiran a ser justas y a garantizar una sana convivencia.
Muchas religiones abordan la cuestión del respeto hacia los demás, porque es una de las reglas esenciales para tener una relación sana con el prójimo.
El respeto como valor
El respeto es un valor moral. Los valores morales son principios creados por la sociedad y la tradición con el fin de definir pautas correctas de comportamiento general.
Sin respeto no tendríamos en cuenta la vida, opiniones y creencias de los demás. Todo esto generaría caos y sería un paso atrás para la sociedad. Por eso, cada vez que actuamos con respeto estamos contribuyendo a crear un mundo mucho más justo y amable para vivir.
Respetar al otro solo por el hecho de ser humano, considerarlo un igual aunque se vea, se exprese o piense diferente es una de las más altas expresiones de respeto como valor moral.
El respeto se expresa en diferentes ámbitos: el comportamiento ciudadano, la práctica religiosa, en el apego a las normas democráticas y en el comportamiento en el entorno laboral
En conclusión, como sociedad cívica y política es una gran lección como ciudadanos que aprendamos a vivir con la tolerancia y respeto para lograr una sociedad mejor.
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