Vicente Fernández, el “ídolo del pueblo” que salió de Huentitán para conquistar el corazón de los mexicanos

Fotografía de archivo del cantante mexicano Vicente Fernández. EFE/Fernando Aceves
Fotografía de archivo del cantante mexicano Vicente Fernández. EFE/Fernando Aceves

Vicente Fernández, el afamado intérprete que logró posicionarse como uno de los más grandes representantes de la música regional mexicana y que también brilló en la pantalla grande dejando una huella imborrable en el repertorio cinematográfico nacional, falleció durante la mañana de este domingo a los 81 años de edad.

Vicente Fernández Gómez nació el 17 de febrero de 1940 en un hermoso pueblo de Jalisco llamado Huentitán, raíz que se retomó durante su trayectoria para ser apodado como el “Charro de Huentitán”. El cantante nació en una familia de escasos recursos que se dedicaba al sembradío, pero el dinero que lograban juntar con las ventas no les era suficiente para vivir, por lo que los integrantes también trabajaban para otras personas y en otros lugares.

Anduvimos trabajando, mi papá y yo, del pico y la pala en Tijuana. Después fui pintor, anduve lavando coches ahí, anduve boleando, el chiste era llevar dinero a la casa para mi madre y mis hermanas”, declaró hace algunos años en una entrevista que dio para Univisión. Cabe recordar que la familia tuvo que migrar a Tijuana en búsqueda de una oportunidad.

Vicente fue hijo de un ranchero y un ama de casa, quienes impulsaron su carrera desde que era niño. (Foto: @_vicentefdez/ Instagram)
Vicente fue hijo de un ranchero y un ama de casa, quienes impulsaron su carrera desde que era niño. (Foto: @_vicentefdez/ Instagram)

Desde pequeño, el jalisciense tuvo un gran gusto por la música regional, pues en distintas ocasiones manifestó que su gran ídolo era Pedro Infante y conocía todas sus canciones además de su paso por el mundo cinematográfico. Antes de los 10 años ya sabía tocar la guitarra y poco a poco comenzó a compartir su inigualable voz con su familia, para cuatro años después ganar el primer lugar de un concurso de canto.

Desde ese momento, Vicente Fernández se puso la meta de compartir el gran regalo que tenía con el público y contó con el apoyo de sus padres. Sin embargo, no logró enfocarse del todo en su carrera al principio debido a que tenía que seguir contribuyendo en el gasto familiar, por lo que además de las actividades del campo, también laboró como albañil.

Con el tiempo, el “Charro de Huentitán” fue abriéndose camino en su contexto. Primero cantó en bares y reuniones familiares donde le pagaban poco dinero, pero él lo hacía con mucho entusiasmo porque además de obtener una retribución, era una actividad que le encantaba hacer. Lo que más llamó la atención del público que lo escuchaba fue su característica voz, pues aunque era muy joven ya contaba con su sello.

Alejandro de niño, junto a su padre, Vicente Fernández (Instagram: alexoficial)
Alejandro de niño, junto a su padre, Vicente Fernández (Instagram: alexoficial)

A inicios de la década de los 60 ganó un concurso de canto en Jalisco, triunfo que lo puso en la mira del público Vicente Fernández llegó a la Ciudad de México en búsqueda de su sueño. Sin más que sus ganas de triunfar, el cantante comenzó a tocar las puertas de las disqueras más importantes y muchas veces fue rechazado.

A pesar de la adversidad no se detuvo, pues continuó cantando en bares junto a mariachis y sobrevivía con las propinas que le daban. Formó parte de Mariachi Amanecer y Mariachi Aguilar, también trabajó en el famoso restaurante Amanecer tapatío, donde llegó a cantar alrededor de 60 canciones al día sin micrófono y sus interpretaciones eran transmitidas por radio, lo que fue una base en su carrera.

Sin embargo, fue despedido en 1963, año donde su madre perdió la vida en su lucha contra el cáncer y su padre otra vez se encontraba en crisis económica, por lo que el cantante tuvo que hacerse cargo de sus hermanas menores. Además, recién se había casado con María del Refugio Abarca Villaseñor, también conocida en el medio del espectáculo como “Cuquita”.

En ese mismo 1963, la pareja recibió a su primer hijo que heredó el nombre de su padre. Esa época fue muy complicada por la crisis económica que estaba atravesando, por lo que cuando nació Vicente Jr. tuvo que meterlo en una caja porque no tenía dinero para comprar una cuna.

Después de esa larga época de mala racha, sufrimiento y esfuerzo, Vicente Fenrández probó las mieles del éxito al conquistar los miles de corazones mexicanos con su inigualable voz aunado a las películas que hizo y la herencia musical que dejó no sólo con sus canciones, sino que también con sus hijos y nietos que decidieron dedicarse al medio.

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